Este martes 23 de abril se conmemora el Día del Libro. Un día para celebrar, pero también para recordar las barreras que muchas niñas y niños siguen experimentando en Chile a la hora de leer y escribir. En esta entrevista, Catalina Díaz, encargada de la convocatoria de voluntarios de la fundación Letra Libre comenta cómo este proyecto busca derribar esa brecha comprometiendo a que tutores acompañen a niñas y niños para que ganen habilidades lectoras. “La lectura es todo, es el acceso al conocimiento”, dice. “Y en el camino, termina también mejorando el autoestima de niñas y niños”.

Todos los datos lo demuestran: en términos de educación, la pandemia provocó un gran coletazo en niñas y niños, siendo uno de los mayores desafíos la lectoescritura. Según el informe “Dos años después: salvando una generación”, de Unesco, Banco Mundial, Unicef y otros organismos internacionales, se estima que Latinoamérica es el continente que presentaría mayores pérdidas de aprendizaje producto de la pandemia. El 80% de niñas y niños, en edad de terminar el ciclo primario, no podrían comprender un texto simple. ¿Cómo enfrentar lo que suena a catástrofe?

Bajo ese contexto que a Fundación Letra Libre se les ocurrió una idea. El inicio de todo ocurrió cuando la pandemia estaba recién comenzando y el equipo de fundadores, quienes todavía no pensaban que se transformarían en fundación, pudieron prever el coletazo negativo que el encierro y la enseñanza online gatillaría en aprendizaje. Por eso, de hecho, su primer nombre fue “Salvemos 2020”, en alusión de superar las desigualdades de la niñez en lectoescritura que hizo ver el coronavirus. 

Su propuesta fue crear una red de tutores voluntarios, que acompañaran a estudiantes de primero, segundo y tercero básico con graves problemas. “Muchos estudiantes iban a perder el año y se iban a perder lo más importante de la trayectoria educativa: aprender a leer y escribir, pilar fundamental que te permite avanzar en todo lo demás”, comenta Catalina Díaz, encargada de captación de tutores de la fundación, que por estos días está en plena campaña para encontrar a nuevos voluntarios. Porque, aunque la pandemia ya pasó, el problema sigue siendo grave. De hecho, según cifras de Letra Libre, actualmente más de 2 mil niñas y niños de entornos vulnerables necesitan apoyo en lectura a lo largo del país. De ahí la importancia de sumar a nuevos voluntarios en su propuesta. “El voluntariado es 100% online, personalizado y con tutorías semanales, en donde hay un apoyo constante hacia voluntarios con el objetivo de mejorar el proceso de tutorías con los estudiantes”, comenta.

Desde 2020 hasta la fecha, se han inscrito 7.500 tutores y se estima, según cuenta Catalina, que se “llegue a los 2000”. Quienes estén interesados en sumarse pueden encontrar toda la información aquí.

Ahora que llevan casi cuatro años como fundación, ¿cómo han visto la evolución en el tiempo?

Letra Libre nació como una respuesta súper espontánea y genuina, siendo un grupo de amigos que, producto la situación, dijo: “ya, aquí hay que hacer algo”. Lo primero que hicieron fue una tutoría en una escuela para que los niños pudieran aprender a leer. Ese grupo se asesoró con otras personas, expertas en educación, para brindar apoyo en este proyecto y así comenzó, de manera muy pequeña, la iniciativa. Al poco tiempo se dieron cuenta de que el mecanismo funcionaba y que lo podían ampliar. Fue una bola de nieve que empezó a tomar forma, incorporando cada vez más voluntarios, terminando el año con cientos de inscritos, lo que luego se tradujo en miles de inscritos.

De llamarse “Salvemos 2020” pasaron a ser una fundación. ¿Por qué?

Justamente porque el 2020 ya había pasado lo peor de la pandemia, pero la carencia de habilidades lectoras en los niños estaba cada vez peor. Ahí nos profesionalizamos y seguimos creciendo con más tutores y estudiantes.

¿Cuáles han sido los principales avances que han podido ver durante estos años?

Los alumnos con tutoría avanzan 70% más que los que no la tienen

Para nosotros medir nuestros resultados es un desafío complejo. Pero lo que sí sabemos, dentro de lo hemos podido medir, es que los alumnos con tutoría avanzan 70% más que los que no la tienen. Esto teniendo en cuenta que apoyamos a escuelas de alto nivel de vulnerabilidad, por lo que nuestro impacto está focalizado en los lugares que más lo necesitan. Por otra parte, hemos medido el nivel de satisfacción que han tenido los apoderados de estos niños, el cual siempre está sobre el 90%. Esto nos hace ver que estamos haciendo un buen trabajo, al igual que las habilidades lectoras de las niñas y niños, como también su autoestima.

¿Qué se necesita para ser voluntario y enseñar a una niña o niño a leer y escribir?

Cualquier adulto que pase por el proceso de selección puede ser tutor, sin importar de qué oficio o carrera venga. Les hacemos capacitaciones para que tengan todas las habilidades necesarias para acompañar al niño o niña en este camino hacia la lectura. El voluntario pasa por una entrevista y posteriormente por esta capacitación que te cuento, la cual ya está grabada. Finalmente pasan por una inducción sincrónica en donde pueden hacer todas las preguntas que tengan.

¿Cómo levantan la necesidad de apoyo para estos estudiantes?

Proviene de los mismos establecimientos educacionales, específicamente de los profesores. Ellos son los que nos derivan a cuáles de sus estudiantes necesitan mayor apoyo lector, lo que a nosotros nos parece mucho más certero. Finalmente son los docentes que mejor conocen los niveles de aprendizaje de sus estudiantes: cuáles son sus falencias, cuáles son sus virtudes. Creo que es importante este aspecto, ya que no somos nosotros que proponemos unidireccionalmente un apoyo, sino que son ellos mismos quienes nos piden refuerzo.

¿Cómo es una sesión de tutoría?

A uno como tutor se le asigna sólo un niño y la idea es estar acompañándolos por una cierta cantidad de tiempo. Ahora estrenamos la modalidad de tres meses en donde la tutoría es más intensiva: dos tutorías a la semana. Igualmente está la posibilidad de hacer una semanal para posteriormente llegar a la meta de veinte tutorías. Al ser una modalidad 100% online, da la posibilidad de que un tutor, estando, por ejemplo, en la Región Metropolitana, le pueda enseñar a un niño que está en Chillán o en Arica. Así se derriban las fronteras y hacemos que las tutorías sean factibles.

Por otra parte, al ser escuelas de alto nivel de vulnerabilidad, los niños no siempre cuentan con los mejores equipos para conectarse. Sin embargo, el centro de las tutorías están en el vínculo y la creatividad. Si la niña o niño se tiene que conectar desde un celular, el tutor se tiene que adecuar a sus dificultades y gustos. Estas sesiones duran, aproximadamente, 30 minutos y son una o dos veces a la semana. Y claro, como se está trabajando con menores de edad, el papá o mamá conecta al estudiante para que realice la sesión.

¿Cuál es el nivel de involucramiento que tienen los tutores con los estudiantes?

Nosotros creemos mucho en el poder del vínculo y cómo este tutor se conecta semanalmente con el niño. Al fin y al cabo se construye una relación; cuál es el proceso de aprendizaje que tiene, sus virtudes, sus falencias, sus miedos, sus gustos. Se va construyendo en conjunto ese camino lector.

¿Qué tanto repercute tener un buen nivel de lectoescritura?

¿En la infancia? Es fundamental. La lectura es el acceso al conocimiento. Todo es lectura. De hecho, está comprobado que un estudiante que tiene un nivel de lectura bajo, su desempeño en matemáticas también disminuye. Pero no es sólo eso, les da mayor autoestima, seguridad e independencia. Pueden conocer mejor su mundo.

¿Cuál crees tú que es el mayor aporte de la fundación?

Claramente, ayudar a niñas y niños que lo necesitan, pero añadido a eso, diría que la pandemia relevó este problema: la crisis de la lectura. A la gente se le olvida que como país, y mucho antes del COVID, somos una nación que no entiende lo que lee y estamos acostumbrados a las preocupantes cifras. A nadie le importa mucho, por eso creo que un valor de nosotros, como fundación, es volver a poner este tema sobre la mesa. Y es muy movilizador, porque son tutores de varias regiones que tienen una misma visión: un camino más justo para la infancia. Construímos poco a poco la sociedad en su conjunto.