Yayi Silvestre, dirigenta del directorio local de Territorio Común en La Ligua, dice que tratar de recordar cómo era su hogar hace 20 años atrás es doloroso. Aunque la imagen que ve en su mente es la del río Petorca lleno de agua caudalosa, rodeado de árboles y de vida, cuenta que ver todo desaparecer cambió su vida.
“Soy de las pocas jóvenes que conoció los ríos”, dice. “Cuando tenía 7 años, se secaron, y todo cambió: se acabaron las fiestas costumbristas, las reuniones con amigues (sic) para jugar a las cartas y las excursiones. El sentido de pertenencia de la gente se empezó a apagar, y dejamos de organizarnos porque dejamos de juntarnos”, recuerda reflexiva.
Para ella, la naturaleza tenía un significado especial. En su familia le traspasaron desde pequeña saberes curanderos, de poesía y herbolaria. Eso le dio una sensibilidad distinta, que la hizo preferir pasar sus días en el río más que con la gente: “Mi madre me enseñó a empatizar y me dio la libertad de ser sensible, y eso me ayudó a ver que todes (sic) estamos en constante transición corporal y espiritual. Pero el resto de la comunidad no me pudo dar respuestas concretas sobre cuestiones de género y sexualidad. En la ruralidad, toda la información llega más tarde”, cuenta Silvestre.
Por eso 10 años después, creó la primera Colectiva y Red de Apoyo Disidencias Sexuales y Corporales de la Provincia de Petorca (DSYC). Desde Chincolco hasta Papudo, la conforman 16 activistas LGBTIQA+ que realizan intervenciones artísticas y educativas sobre disidencias, diversidad sexual, identidad de género, salud y hasta cómo la comunidad se ve influenciada por la sequía.
Pero su objetivo hoy está en empoderar a la infancia y la adolescencia. Para eso, realizan talleres escolares para promover el anti-bullying hacia las disidencias en las localidades.
“Creo que como tribu estamos siendo las adultas y agentas (sic) de transformación que quieren cubrir las carencias que tuvimos como jóvenes en el territorio rural. Ser una luz de esperanza en las nuevas generaciones es algo trascendental, y los cambios tienen que ser desde la estructura más profunda”, explica Silvestre.
Lo de ser lideresa no llegó de un día para otro. Yayi cuenta que fue el autoexilio lo que le entregó las herramientas y conocimientos que buscaba.“Vi la posibilidad de estudiar Trabajo Social en Valparaíso. Ahí pude recabar historias de militantes LGBTIQA+ que llevaban 50 años en la lucha. Sentí que fue solo en la capital regional donde pude encontrar personas que van cambiando, pero cuyos sueños son siempre colectivos”.
Cuando llegó la pandemia, terminó de estudiar y volvió a la casa de su madre en La Ligua. “Me vine con una maleta de sueños de vuelta a la ruralidad, y me sorprendí al no encontrar nada de organización. Había mucho miedo a la libertad”, cuenta. “Necesitábamos espacios para que la gente no estuviese sola, y quisiera volver a juntarse como lo hacíamos en Valparaíso”.
Ese fue el momento en que nació la colectiva. Frente a la necesidad de recursos y gestión para todas las actividades que estaban naciendo en ese momento, poder tener un directorio local era fundamental. “Por eso escogimos Territorio Común a la hora de buscar un apoyo”, dice Silvestre, “porque aquí las personas podían identificarse como parte importante de un proyecto, y recuperaron la motivación de volver a juntarse”.
Así nació el Fondo Alquimia: Urgiendo la trama del buen vivir, el primer proyecto que desarrollaron en conjunto a Territorio Común para sensibilizar y educar a través de la cultura con las vivencias disidentes. Luego vino el Trueque de Saberes y Artes Diverses (sic), enfocado solo en el territorio de Valle Hermoso en La Ligua. “Hacer estas activaciones nos dio la oportunidad de visibilizarnos, de hacer que las redes se extendieran y que les (sic) estudiantes empezaran a pedir ayuda”.
La colectiva está generando un sentido de comunidad a través de la información y la reunión que todas creían perdido. Por eso el próximo paso, es extender el conocimiento sobre diversidad en las localidades más alejadas de la región. “Estamos recuperando lo que la sequía del río se llevó décadas atrás”, dice y agrega que “necesitamos más personas que puedan volver a sus pueblos y llevar información, porque nosotras vamos a liberar el caudal del saber”.
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