Sofía Schmidt -a la derecha- impulsó en 2020 junto a María Jesús Parada, el primer piloto del proyecto “Jardín Nativo de Aprendizaje” en Puerto Varas. Desde entonces ha visto cómo las plantas pueden ser un agente de cambio en las comunidades educativas. Es arquitecta de la Universidad de Chile, máster en Arquitectura del Paisaje de la Universidad Católica y hoy trabaja junto a Fundación 99 para llevar el poder de las plantas a las escuelas rurales de Chile. El proyecto es uno de los ganadores del Fondo Transforma Colunga-Huneeus 2022.
¿Cuál fue la inspiración para el proyecto Jardín Nativo de Aprendizaje?¿Qué vieron que les hizo ruido?
Yo tenía una inquietud que tenía que ver con los espacios desaprovechados en los colegios. Pensaba: ¿qué oportunidades de aprendizaje hay acá?, ¿qué tal si plantamos flora nativa, con eso aprendamos del paisaje local y generamos un sentido de pertenencia con el territorio que habitamos? Al contarle a la María Jesús esta idea, la Tutú le puso el componente socioemocional: ´Oye qué tal si, además de eso, trabajamos con la analogía de las plantas, o sea, con cómo la naturaleza nos puede enseñar a nosotros´. Así fue tomando forma el proyecto, con nuestro mix; yo como arquitecta del paisaje y la María Jesús aportando desde la Terapia Ocupacional.
¿Por qué deciden hacerlo en escuelas rurales?
Porque son escuelas con altos índices de vulnerabilidad y un proyecto así tiene mucho sentido en ese contexto. Además, porque no hay una estructura escolar muy compleja y su implementación es sencilla.
Otro factor, es que durante la pandemia y a diferencia de las escuelas urbanas, en las escuelas rurales los niños no tuvieron la posibilidad de tener conexión online, entonces hubo un alto porcentaje que no asistió al colegio en un año o año y medio. Lo que descubrimos ahí, es que la escuela es un espacio de contención emocional y al no tener eso han surgido temas de convivencia. Este proyecto busca ser un aporte en ese sentido también.
¿Cómo surge el trabajo con Fundación 99?
A finales de 2020 vi que estaban trabajando en el contexto rural y me contacté con ellos. Les dije, miren estoy haciendo este proyecto en Puerto Varas, puede interesarles saber de qué se trata. Hicimos un match increíble y empezamos a trabajar juntos desde enero del año pasado.
¿Qué los motiva a empujar este programa, a postular al Fondo Transforma?
Son hartos anhelos, pero principalmente el de poder transformar las escuelas rurales y generar un cambio en esa cultura escolar, porque la escuela rural es el centro de una comunidad donde suceden muchas cosas: son sedes sociales y lugares de encuentro. En nuestro andar con este proyecto hemos generado dinámicas que no nos esperábamos, por ejemplo, un papá que está entusiasmado en ayudar, se vuelve jardinero y de pronto tiene su empresa de jardinería. Solo por venir a ayudar al jardín. Ese tipo de cosas han sido súper bonitas.
¿Qué significa para ustedes el Fondo Transforma?
Estamos demasiado orgullosas y sorprendidas de que Jardín Nativo haya sido reconocido, nosotros lo vemos como un premio al trabajo que hemos hecho, pero en dos años, entonces es fascinante. Vemos que hay un montón de fichas puestas en este proyecto que cautiva y queremos seguir creciendo en solidez para que realmente impacte en las escuelas.