“Nos cuesta mucho como sociedad creer que un conocido daña a una niña o niño, no queremos saberlo”
3 de Febrero, 2023
Comunicaciones Fundación Colunga
La semana del 9 al 13 de enero lanzamos “Desafíos en Niñez”, una serie de estudios que abordan temas críticos para el bienestar de niñas, niños y adolescentes en Chile. El cuarto capítulo, dedicado a Violencia, fue comentado por la experta en victimología Noemí Pereda, quien enfatizó tres ideas clave a trabajar: abordar la violencia como un fenómeno pandémico, su tratamiento reparatorio basado en enfoque de género y trauma en alianza con la familia, y la prioridad del combate a las redes de explotación sexual comercial.
Cuidados Alternativos, Educación, Salud Mental, Migración y Violencia son las cinco dimensiones que aborda Desafíos en Niñez, serie de estudios desarrollados por Fundación Colunga y que recopilan los principales y más recientes datos de cada área en Chile. Una pequeña radiografía que recopila datos relevantes y permite hacerse una idea del estado de cada ámbito y cuáles son los nudos críticos que dificultan avances para el bienestar de niñas, niños y adolescentes. Con ellos, Colunga busca aportar datos y evidencia a las organizaciones de la sociedad civil, y también a los servicios que trabajan con niñez en la toma de decisiones. Por eso, para cada capítulo organizamos un día de lanzamiento.
El viernes 13 de enero fue el turno de Violencia, donde expuso Noemí Pereda, psicóloga experta en Victimología de la Universidad de Barcelona y asesora de la Oficina Regional Europea de la OMS en el estudio de la violencia infanto juvenil en España.
Noemí dio a conocer la realidad española en torno a la violencia infantil y sus políticas de prevención, asegurando que existen similitudes con nuestro país.
“Chile y España comparten muchos aspectos culturales en torno a la conversación sobre la violencia, pero nuevamente, pese a que este silencio existe y hay una invisibilización porque nos duele mucho como sociedad, estamos trabajando ambos países. Creo que es un muy buen momento para los derechos de los niños y para seguir trabajando en esta línea”, aseguró en la presentación.
Aquí te compartimos los puntos clave de este análisis:
Debemos entender la violencia como una pandemia. 34% de las niñas, niños y adolescentes ha sido víctima de violencia en el último año.
Podemos sensibilizar a la población con campañas masivas, dirigidas estratégicamente y que permitan visibilizar el fenómeno y entender su importancia. Hoy enfrentamos un proceso de “blanqueamiento” de la violencia y el abuso que exige mayores esfuerzos en concientización.
Hay que instalar de forma masiva prácticas preventivas y de detección temprana de situaciones de riesgo, con enfoque transversal de género (las niñas son quienes más sufren de violencia) y de trauma en todas las intervenciones (dado que la violencia es un continuo en toda la sociedad).
Generar capacidad de responder a amplios grupos de la población víctima de violencia: adultos victimizados cuando niños, que repiten patrones de crianza violentos y vulneran los derechos de niños y niñas. 63% de los adultos que ejercen violencia contra niñas, niños y adolescentes, reconocen haber sido víctimas de violencia.
Contar con capacidad de respuesta reparatoria de alta intensidad: existe un 10% de niñas, niños y adolescentes politraumatizados que requiere este tipo de respuestacon protección, atención psicológica e intervención familiar.
Hacer un trabajo sistemático con las familias de origen, para dotar de herramientas de parentalidad, resignificar patrones de crianza y recrear formas de relacionamiento. Es esencial cortar los ciclos intergeneracionales de violencia, apoyando a las familias de origen para que no vivan en condiciones de estrés e invertir en programas preventivos de base de carácter universal.
Identificar y perseguir redes de explotación a nivel global, resistentes a la desarticulación. Con la crisis de los sistemas de cuidado alternativo y el aumento del fenómeno migratorio, se teme que estas redes están ampliando su ámbito de acción.
Podemos tener una acción articulada de programas de promoción, cambios regulatorios, instituciones policiales y tribunales. Además, se debe combatir modelos culturales asociados a la narco cultura que validan la explotación sexual.
Hay que adoptar un enfoque que vaya más allá de la transaccionalidad económica: hace falta entender que detrás de la explotación sexual comercial existe una fragilidad de vínculos y de proyecto de vida que hace a niñas, niños y adolescentes susceptibles de caer bajo redes de explotación.