Desde la dirección social de Fundación Infancia Primero, Magdalena Mongillo trabaja por mejorar el vínculo entre niños y sus cuidadores, con la esperanza de entregarles más oportunidades a futuro. El programa Crecer Jugando es la fórmula que encontraron para alcanzar esa meta y con él esperan llegar a todos los niños de Chile.
¿Cuándo y por qué deciden fundar Fundación Infancia Primero?
Nosotros venimos del terreno. Trabajamos desde el 2006 en un programa que se llama “Juntos por Nuestros Hijos”, ligado al proyecto Centros de Salud Familiar ANCORA de la Universidad Católica. Teníamos el sueño de traducir nuestra experiencia a una metodología transferible y replicable. En 2015, con el apoyo de Fundación Colunga, armamos Infancia Primero como fundación y trabajamos en un programa de 10 semanas con esas características.
Ese mismo año hicimos el piloto en las comunas de Colina y El Bosque y a partir de eso evaluamos la implementación. Tuvo súper buenos resultados. Después replicamos el programa en Renca y en 2018, en una alianza con la Subsecretaría de Educación Parvularia, hicimos un primer escalamiento.
¿Cuál es el sueño detrás de este programa ?
Nuestro sueño siempre fue que esto fuera más allá de lo que hacíamos nosotras, porque vivimos en carne propia los efectos que tenía en los niños y en los papás. Siempre decíamos, esto no se puede quedar aquí nomás, tiene que poder llegar a muchas otras familias. Esa es nuestra principal motivación, que Crecer Jugando pueda llegar a todos los niños, para que ninguno se vea determinado por el contexto en el que le tocó vivir o porque sus papás no tenían las habilidades necesarias.
¿Cómo se alcanza ese sueño?
Nuestra apuesta es que ese niño el día de mañana tenga un buen desarrollo y mejores oportunidades. Esa es una apuesta de largo plazo, entonces: ¿Qué es lo que nosotros buscamos cambiar para llegar a eso?: el vínculo que el cuidador tiene con el niño. Toda la evidencia internacional acumulada dice que, si un niño tiene una buena relación con su cuidador y ese cuidador es sensible a sus necesidades, sabe responder adecuadamente, ayudarlo a regular sus emociones, eso va a influir a que el día de mañana ese niño tenga un mejor desarrollo.
¿Qué hace especial a este programa?
El programa tiene una particularidad importante, que es que no lo ejecutamos nosotras mismas. Capacitamos y acompañamos a los equipos locales, por lo tanto, las habilidades se instalan desde los territorios y eso también implica que el municipio costea su recurso humano y tienen una motivación a invertir.
Nosotros siempre habíamos trabajado en la Región Metropolitana y el año antepasado, en alianza con tres fundaciones donantes, decidimos hacer un proyecto de regionalización y con eso llegamos a Hijuelas, Rengo, Hualañé y Monte Patria.
¿Qué va a significar para ustedes el Fondo Transforma?
Estamos felices y súper agradecidos por el voto de confianza de Fundación Colunga y sobre todo para nosotros va a significar poder afinar algunas cosas que hagan que el modelo sea más fácil de escalar y de replicar, para que pueda llegar a muchas comunas. Sentimos que con esto vamos a poder dejarlo listo para ponerlo al servicio de otros.
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