Conversamos con David Alonso, Doctor en Trabajo Social de la Universidad Complutense de Madrid, que viajó a nuestro país para participar del “Seminario ¿Cómo medir la innovación?”, organizado por el Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Chile. Pudimos estar junto a él en un diálogo con organizaciones de la Red Colunga y nutrirnos de su experiencia en innovación social.
¿Cómo piensas la innovación social?
Para mí la innovación social no se trataría solo de hacer cosas nuevas, sino que las cosas tengan un valor, una significación para la gente que se está haciendo. En muchas ocasiones no se trata de inventar, de crear cosas que no se hayan hecho nunca, sino de tomar acciones que se hayan desarrollado y que puedan servir para mejorar la calidad de vida de la gente. La innovación es importante en la medida que tenga relación con los valores de mejora y de calidad de vida para las personas.
¿Cuáles son los desafíos de medir la innovación?
Los desafíos serían, por un lado, poder incluir a todos los agentes y elementos que tengan que ver con los procesos de mejora de la vida de la gente, y yo creo que fundamentalmente hay tres elementos clave. Por un lado, la gente que diseña, que son los que innovan, están los agentes clásicos que son los que adoptan y toman las decisiones de poner en práctica esas innovaciones y por otro lado están los implementadores, que son los profesionales que trabajan en el sector y las personas que reciben o son beneficiarias de los servicios. El desafío sería que todos esos agentes deben tenerse en cuenta a la hora de medir la innovación, porque les afecta a todos.
¿Por qué es importante tener sistemas de medición descentralizados?
Yo creo que los datos no son la realidad, pero sin datos no hay realidad, entonces es importante saber definir ante qué fenómenos nos estamos enfrentando. Es importante definir los fenómenos que afectan a las personas en relación con los espacios donde está la gente. Ellos viven en una calle x, en un barrio x, una ciudad x, es muy importante que se tengan en consideración no sólo los aspectos macro, sino los aspectos que afectan a la vida cotidiana de las personas.
¿Por qué es importante tomar en cuenta el conocimiento de las comunidades en la innovación social?
Si no tuviésemos en cuenta su conocimiento estaríamos obviando que hay un porcentaje muy alto de personas que no están participando del proceso y creo que hay un nivel de corresponsabilidad, de la gente que innova o investiga, de reconocer al otro en las cosas que está haciendo para mejorar su propia realidad.
Mencionaste que te gustaría hacer el libro negro de la investigación social, ¿nos puedes contar más sobre ello?
Normalmente los académicos e investigadores solo publicamos cosas que sean muy efectivas, que tengan resultados muy positivos y muchas veces las investigaciones e intervenciones que han fracasado, lejos de ser una cosa mala o negativa, sirven como un proceso de aprendizaje. Cuando nos caemos es cuando somos capaces de levantarnos. Es importante poner en evidencia cuál ha sido el camino que nos ha hecho llevar, a lo mejor con muy buenas intenciones, a no hacer bien las cosas. No solo valorar los aspectos positivos de la investigación, sino aquellas cosas que no funcionan, para tratar de hacer que funcionen de la mejor manera posible.
Se ha cuestionado el hablar de “fallas” a nivel comunicacional. ¿Qué opina al respecto?
Normalmente cuando hablamos de problemas la gente suele pensar que un problema es algo negativo y un problema supone un desafío. Yo creo que es importante mirar la falla, el error, para que el sistema funcione. Es verdad que tiene una connotación negativa el concepto de falla, pero también se trataría de poner en valor lo positivo que puede tener el concepto. Las palabras en sí mismas no son bonitas unas de otras, también tienen que ver con el contenido que hay. Hay mucha gente que dice que innovación es una palabra muy bonita pero las bombas nucleares son una gran innovación y supuso un gran problema para la gente. A veces tenemos que mirar las palabras desde una distancia ajena a la connotación que pueda tener. También hay una acción provocadora al hablar de falla para que suponga un reto y mejorarlo.