El Vicepresidente de la Comisión Nacional de Productividad, profesor y ex decano de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile analiza el lugar de Fundación Colunga en la sociedad civil y el rol de la innovación en los desafíos sociales del país.
Fotógrafo: Juan Carlos Recabal – Minería Chilena
¿Cómo ha sido tu vínculo con Colunga?
Tenemos en la Universidad de Chile un programa innovador que busca demostrar que los jóvenes, en la gran mayoría, si tuvieran una educación de calidad, básica y media, podrían ingresar a una universidad de primera. Para hacer esto, ideamos un programa para jóvenes de enseñanza técnica-profesional (los grupos postergados y más vulnerables) y elegimos jóvenes a fines de segundo medio de nueve liceos de la Región Metropolitana. Durante dos años están con nosotros, diez horas a la semana, en clases de matemática y de lenguaje, para reponer todas las lagunas y deficiencias que tienen.
Es un entrenamiento intensivo…
El programa de la Escuela Desarrollo de Talentos ha sido muy exitoso hasta ahora. Empezamos cinco años atrás y hay grupos ya en tercer año de universidad. Un 85% entró a la Universidad Católica, la Chile y la Usach. Entonces, es realmente notable. Colunga nos ha ayudado en los últimos dos años con un 18% del gasto. Estamos conscientes que esto no puede ser a perpetuidad y justamente lo que queremos es que eventualmente esto sea algo que los propios municipios impulsen y financien.
¿Y cuál es el rol que debiera cumplir Colunga en la sociedad civil?
Más allá de nosotros, Colunga está tratando de buscar proyectos innovadores, iniciativas que pueden ser replicables y eventualmente ser parte de la política pública, pero que en su fase piloto es muy costoso para el fisco experimentar. Yo creo que para Colunga ese es su rol principal. Mostrar qué cosas son posibles, es decir, experimentar y que resulten bien.
Me dio mucho gusto cuando fui a visitarlos. Tiene un HUB con innovadores sociales que interactúan entre sí y que me impresionó. Pero también tenemos que reconocer que Colunga es una gota. Todas las fundaciones en Chile son unas gotas. Este no es un país caracterizado por su filantropía, estamos en pañales en ese aspecto.
Foto: amchamchile.cl
Si tuvieras que decir cuál es la esencia de Colunga, ¿cómo la definirías?
Diría que Colunga se trata de centrar en innovaciones sociales, y juntar, creer mucho en las redes. Eso es una apuesta que ellos han hecho, una apuesta valiosa. Que estén todos juntos ahí, se retroalimentan. Aparte no te sientes solo en el mundo…yo creo que eso ayuda, ¿no? Eso siempre ayuda, porque todos nos desanimamos.
Y ¿por qué innovar socialmente?, ¿qué tipo de cambios pueden ocurrir si uno invierte en esas innovaciones sociales?
Bueno, yo creo que nuestro proyecto es una innovación en el sentido de responder la pregunta, “¿es posible o no es posible?”. Cuando el microcrédito se introdujo había ya experiencias en Pakistán, pero en Chile bueno, el microcrédito podía resultar… ¿Puede un emprendimiento ayudar a las familias a surgir? No se sabía. En esa época yo trabajaba en la fundación Trabajo para un Hermano que fue una de las primeras en iniciar los microcréditos, y la idea la teníamos clara. La Fundación a lo más podría dar 1.000 microcréditos al año. Eso es nada. Pero si se mostraba exitoso, queríamos que la banca entrara. Entiendo que Banco Estado tiene como 100.000 créditos a microempresarios en este momento. Entonces la masificación no lo van a hacer jamás las fundaciones. Pero, al sistema, en general, le cuesta experimentar, y yo creo que ese es el punto central de las fundaciones. Las fundaciones pueden experimentar y ensayar nuevas maneras de acercarse a todos los grupos que tienen mayores dificultades en nuestra sociedad.
Hacia dónde debería caminar la sociedad civil. ¿Tienes una mirada?
El tema que yo privilegiaría es el tema educacional, y en todos los ámbitos. Y ¿por qué? Porque sea de extrema izquierda, sea de Patria y Libertad o del MIR, todo el mundo está de acuerdo de que la educación es una herramienta potente. Ese es el desafío: la calidad de la educación. La educación prebásica, los jardines infantiles, sobre todo para las poblaciones más vulnerables.